03
May

Recuerdo del Dr. D. José Otero Luna

El pasado 29 de marzo falleció el Dr. José Otero Luna, quien fuera jefe y creador del Servicio de Oncología Radioterápica de la Clínica Puerta de Hierro desde su inauguración en julio de 1964 hasta su jubilación en 1991.

Había nacido en Alcalá de Guadaira, Sevilla, un 3 de Mayo de 1928. Hizo Medicina en la Universidad de Sevilla, tras un corto tiempo como médico interno en el hospital de las cinco llagas, dependiente de la universidad, siguió su formación en la especialidad que había elegido, en el Institute Goustave Roussy de París; allí descubrió con admiración  que lo que él quería hacer, Radioterapia,  no era una especialidad técnica, que en España formaba parte de un cajón de sastre polimorfo y arbitrario, de carácter técnico, en el que convivían la Radiología, la Electrología o la Balneoterapia, que era una especialidad clínica.

Allí realizo su tesis doctoral sobre “Telecobaltoterapia, dosimetría física, dosimetría clínica “, que presentó en Sevilla en 1962. Título que ahora puede sonar a retrógrado, cuando ya se han desechado todas las unidades de telecobaltoterapia,  pero supuso un avance muy importante en las décadas de los años cincuenta y sesenta para el tratamiento de los pacientes oncológicos.

Perteneció a esa generación de médicos que, en la década de 1960 y siguientes, les tocó renovar la medicina y sanidad de España. Pasar del ejercicio individual de cada médico en su consulta privada  o como parte de una sociedad  de iguales  a una medicina que, de forma  coordinada y social,  realiza desde la prevención hasta los tratamientos  mas complejos  que la sofisticada tecnología permite. La medicina que no se limita a la atención clínica de los pacientes, sino que se complementa y se nutre de la investigación y la docencia que forman los tres pilares básicos de la sanidad.

Es la época de la creación de universidades de Medicina incorporadas a los hospitales como ejes fundamentales de la atención sanitaria global.  La docencia se realiza en los hospitales y centros de salud para todos los estamentos de personal sanitario, desde médicos y facultativos hasta personal de oficio. Además de la formación universitaria de pregrado de los médicos, se instaura también la formación de postgrado de residentes que al principio  se convocaba desde cada hospital, y la Clínica Puerta de Hierro, y dentro de ella el Servicio de Oncología Radioterápica, participó de este programa de formación desde el principio  en 1964. Esta formación de posgrado de médicos y facultativos sanitarios  se va consolidando hasta hacerse universal y con carácter estatal en la década de los años setenta del siglo pasado.

Es la etapa en la que también se legisla la ley general de la Seguridad Social  que cubre de forma universal a toda la población.

De todos estos logros de la medicina el Dr. Otero participó intensamente  y de forma especial en lo referente a su área de trabajo, la especialidad  de Oncología Radioterápica, a cuya creación contribuyó,  y fue el primer presidente de la Comisión Nacional de la Especialidad de Oncología Radioterápica. Como promotor de la especialidad participó también en la creación de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica, hoy SEOR, de la que también fue el primer presidente.

El Servicio de Oncología Radioterápica de la Clìnica Puerta de Hierro fue referente nacional e internacional en multitud de tratamientos de Radioterapia, bajo la dirección del Dr. Otero.

Ensalzar su figura y presentarla en la SEFM, es para recordar que fue uno de los poquísimos médicos que en los años sesenta del siglo pasado exigió la colaboración de los físicos en el tratamiento de los pacientes de Radioterapia, y el primero en incorporar una física en un Servicio de Oncología Radioterápica de la SS en España. Y con ello iniciar el camino de nuestra Sociedad Española de Física Médica.

Este sevillano universal  que bailaba sevillanas y perteneció siempre a una cofradía de Sevilla,  ejerció la medicina con una vocación y dedicación especial, practicó la docencia y la investigación con un gran rigor científico, y nos enseñó a todos  los que tuvimos el privilegio de seguirle, además de su gran saber de medicina, el respeto tan especial que tenía a los pacientes, elementos esenciales de nuestro trabajo.

Tuve el privilegio de trabajar con él  y aprender mucho a su lado, y aunque se pueden destacar muchas virtudes de él como la humildad, la elegancia, su gran conocimiento de la medicina, y su exquisita manera de ejercerla, resumo diciendo que mi jefe  es “un maestro ejemplar, un médico excelente y un gran señor”.

Y este gran señor  además de jefe me ha honrado con su amistad hasta el mismo momento de su partida.

Descansa en paz, querido amigo. Te recordaré siempre.

Mª Cruz Paredes García